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Seres Mitológicos Incas: Criaturas de la mitología inca

El ser humano es un rico hacedor de mitologías y las ha creado en todos los rincones del mundo. Con muchas variaciones y también puntos en común, a continuación presentamos los seres mitológicos Incas: criaturas de todo tipo. 

Criaturas mitológicas incas

La civilización Inca fue una de las últimas de carácter monumental, sumamente extendida incluso en los primeros años de conquista, produciendo todo tipos de sincretismos en el occidente sudamericano. A ella le debemos una compleja mitología, con una multitud de dioses antropomórficos, llenos de capacidades sobresalientes y muy relacionados con las fuerzas de la naturaleza. 

Sin embargo, la mitología Inca, como tantas otras, no se reduce a divinidades, ya que hay una multitud de otros seres, criaturas, en definitiva, que si bien no pertenecen a este grupo cuentan son rasgos llamativos, una suerte de individuos que se encuentran por sus accionares y capacidades en un punto intermedio entre las deidades y los seres humanos.  A continuación se presentan algunas dellas.

Amaru

Esta criatura, que para algunos tiene un carácter de deidad, es representada como una fusión de animales: forma de serpiente, cabeza de camélido, alas de paraje, garras de león y colas de pez. Esta vinculada con el agua y si se quiere, desde ese punto de vista, es un ser benéfico ya que protege las vidas en ríos y lagos.

Pero lo acuático también da cuenta de los canales que riegan en sus vertientes las plantaciones, lo que da lugar a abundantes cosechas. Es decir, se lo puede relacionar con el mundo agrícola, tan caro para estas civilizaciones, y también con el fuego.

Su figura de serpiente también se la puede pensar con los rayos del cielo y en la cosmovisión de Cusco, es decir, andina, es un comunicador de cielo y de la tierra. Al ser una serpiente voladora nos hace acordar a deidades mesoamericanas como el maya Kukulkán o el mexica Quetzalcóatl.

Apallimay

Esta es una horrorosa y cautivante criatura del folklore andino. Suele manifestarse en caminos apartados como un inofensivo bebé, el cual pide que lo carguen. Cuando esto sucede y logra acomodarse empieza a crecer de tamaño, convirtiéndose en una pesada carga. Pero no solo eso: adquiere rostro de anciano, filosos colmillos y unas facciones llenas de ira y rencor.

La persona atacada por esta criatura necesita de los servicios de un curandero para salir adelante. El Apallimay es un absorbedor de la energía vital, lo que produce a la larga la muerte de la persona huésped.

Jarjacha

Esta es otra criatura que da mucho miedo dentro del mundo andino. En realidad es masculino, por lo que se lo debe nombrar como Él Jarjacha. Es un monstruo representado de manera zoomórfica, con una llama de dos o tres cabezas; pero también de forma antropomórfica, al ser mitad hombre y mitad llama.

Esta criatura ya es fruto del sincretismo entre la mitología inca y el mundo cristiano. Asustando en las serranías, se dice que son personas que han sido condenadas por Dios eternamente. Su castigo es andar por el mundo con la forma de este monstruo porque cometieron uno de los pecados más duros: el incesto.

Su mirada es hipnótica y esa usada para matar a sus víctimas. La forma de vencerla radica en utilizar elementos religiosos (por ejemplo, un crucifijo), pero también directamente armas.

Pishtaco

 

El Pishtaco es otra de las criaturas de la mitología inca, en rigor de verdad, más relacionada con Perú. Su nombre nos indica que es un ser nada halagüeño: su palabra en quechua proviene de pishtay, lo que quiere decir decapitar, degollar, cortar en tiras.

Entonces esta criatura deambula por los bosques para castigar a personas pecadoras. Ataca a sus víctimas por la espalda, cortándole la garganta o la cabeza, luego las llevas a una cueva donde extrae la carne para alimentarse de ellas. Asimismo, se dice que la grasa de sus sufrientes la vende a sus comerciantes.

La grasa no nos debe sorprender por su protagonismo: era señal en el mundo andino de buena salud, de vida y quien no tenía mucha era visto como un enfermo. De hecho, una de las grandes divinidades andinas, Viracocha, quiere decir literalmente «mar de grasa», es decir, el más provisto de todos los seres.

Supay

Si bien Supay era el dios de la muerte y del inframundo en la mitología inca, también se lo puede asociar con una especie de demonio. Era una entidad ambivalente, tanto buena como mala: de hecho, el inca podía rendirle culto para pedirle protección y, de paso, evitar que lo dañara.

Su aspecto se centraba en cuernos, cola y patas de cabra, se dice que también podía comer personas y robar las almas. Asimismo, podía tomar la forma de algún animal como el chivo, el cerdo o toro, dejando un olor azufre su presencia.

Es importante recordar que muchas de estas criaturas son fruto del sincretismo entre ideas precolombinas y las aportadas por el cristianismo. Los sacerdotes católicos desde el primer momento vieron en Supay una perfecta representación del demonio, de ahí que todos sus rasgos negativos puedan surgir a partir de semejantes lecturas.

Pero lo repetimos: el originario le temía, pero le rendía culto, lo cual lo aleja mucho de la figura del diablo, totalmente maligno desde la óptica cristiana.

Ichic Ollco

Pareciera que casi todas las civilizaciones del mundo han creado una suerte de duendes y el complejo de civilizaciones que eran los incas no fue la excepción. Este tenía la figura de un enano que no llegaba al metro de altura y su cara era rojiza, poseía una forma de ser traviesa y se dice que era hijo de Supay.

Tenía muchas vinculaciones con la cabra y el cerdo en algunas zonas de su cuerpo. Se dice que tenía una larga cola que cuando estaba enojado giraba de manera evidente.

Ucu

Ucu, para dar una referencia clásica, puede ser catalogado como el yeti de los Andes. De hecho, a lo largo de los tiempos se han dado reportes que hablan de un simio gigante rondando las altiplanicies. Su figura no es apacible, porque suele asociarse a la muerte de personas que justamente se topaban en su camino.