Saltar al contenido

El mito de Jasón y los argonautas

Leyenda de Jasón y los argonautas

Fue el rey Pelias quien los envió. Había cincuenta argonautas, más o menos. La tripulación del barco Argo, valiente y audaz, en búsqueda de un vellón de oro. Su capitán era Jason, un gran hombre sabio; pero no conocía el plan de Pelias. Este, que era rey, temía que algún día Jason lo matara, por lo tanto, el viaje fue una artimaña para que se fuera lejos. Todo fue a causa de una profería y el rey, tirano de Yolco, lo mandó al mar.

Se detuvieron en el camino en una tierra llamada Tracia, el viejo rey Phineus gobernaba el lugar. Este no se encontraba de buen humor; las arpías seguían robando su comida. Ellas eran seres desagradables alados, no respetaban el manjar de la realeza, entonces Jason y sus hombres las ahuyentaron. Naturalmente, un favor que le pidieron al rey que le pagaran.

El rey, que era divino, les advirtió que debían tener cuidado con el choque de rocas que se avecinaba. Los hombres agradecieron a Phineos el aviso y zarparon nuevamente a la mañana siguiente.

Llegaron las rocas, tuvieron que atravesarlas; pero Phineus les había dicho qué hacer. Sabían que las rocas chocarían entre sí, aplastando todas las naves en el camino; sin embargo, también les habían anunciado que si remaban rápido golpearían las rocas y evitarían chocar. Remaron muy fuerte, tiraron, empujaron; en definitiva, lograron pasar sin sufrir un golpe de la naturaleza.

Y entonces el Argo, la embarcación, navegó hacia Colchis. Ahí fue donde el rey Aeetes sostuvo el vellón dorado. Cuando Jasón le contó al rey sobre su búsqueda, el mandatario decidió hacerle una prueba. Tenía que domar al ganado que respiraba fuego, arar un campo con ellos y luego vencer en una batalla. Pasar dicha prueba no fue fácil, pero Jason lo logró y le dijo al rey: «Su alteza, he cumplido su condición. Dame el vellón que necesito para mi misión».

El rey se sorprendió mucho cuando escuchó y decidió que no cumpliría con su palabra. Pero contaba con una hija llamada Medea: esta joven tenía una idea diferente: le gustaba Jason y estaba bastante enamorada, por lo tanto, lo llevó donde se encontraba el vellón. Estaba colgado de la rama de un árbol, junto a un dragón, desafortunadamente. Pero Medea tenía un plan todo el tiempo: encantó a la bestia con una canción mágica y mientras la bestia estaba en un trance profundo, el guerrero tomó el vellón con tranquilidad de la rama.

Ambos volvieron a su barco, el Argo, y le mostraron a sus hombres la preciosa carga nueva. Luego zarparon, regresaron a Grecia y le concedieron al rey Pelias el vellón dorado.