Los mitos y leyendas de cada país son parte de ese reservorio cultural que lo hacen tan rico en expresiones culturales de todo tipo. A continuación presentamos los mejores 20 mitos y leyendas colombianas populares.
Las 20 Leyendas y mitos más populares de la cultura Colombiana
El hombre caimán
Esta polémica y terrorífica historia colombiana versa de un hombre que le encantaba observar a las mujeres desnudas bañarse en un río. Era un deseo tan frenético e irrefrenable que solicitó la ayuda de un brujo directamente para que lo convirtiera en un caimán. De esa manera podría mirar gustosamente ya que las muchachas no se espantarían de la misma manera; en definitiva, era un animal.
Cuando se encontró con el hechicero, este le hizo dos brebajes: el rojo para convertirse en caimán y uno blanco para volver a ser humano. De esa manera, el hombre, con la compañía de un amigo, se fue al espejo de agua y bebió el líquido rojo, convirtiéndose en un instante en caimán. Con tal mala suerte, que el compañero se asustó y dejó caer el recipiente blanco, cayendo unas simples gotas en una criatura que ahora era mitad humano, mitad caimán. La bulla y el descontrol fue tanto que las mujeres salieron huyendo.
Algunos cuentan que ese ser fantástico aún asusta a lavanderas y jóvenes que se acercan al río; otros que el lugar esta perfectamente abandonado y solo es visitado por la madre del hombre caimán, la cual le lleva alimentos. Finalmente, otra historia relata que con la muerte de su progenitora, la criatura se dejó llevar por la corriente del río, no siendo vislumbrado nunca más.
La Madre de Agua
Esta es una suerte de fantasma de una mujer hermosa que recorre tanto ríos como manantiales colombianos. Para muchos es un ser de cabellos dorados, tes clara y unos grandes ojos verdes. Por el día, con el sol en lo alto, el encuentro de este ser espectral es sanador y espiritual. Sin embargo, por la noche atrae jóvenes y los seduce, llevándolos a la perdición. Es que con el solo contacto visual los hace caer en un estado de hipnosis y locura. Muchos caen en las profundidades del manantial y nunca más son vistos. Para salir del hechizo, los jóvenes que sobreviven deben rezar acompañados por los adultos. Asimismo, se dice que la Madre del Agua pasea por los lagos cristalinos en compañía de delfines, peces y cocodrilos.
La candileja
La leyenda nos cuenta que existe una gran bola ardiente, compuesta de tres antorchas que toman la forma de tentáculos rojos y persigue a hombres sospechosos de costumbres pérfidas como borrachos, violentos, infieles, los que abandonan a su familia, entre otros. También busca a viajeros trasnochados y reprende pésimos actos tanto en nietos, como padres y abuelos.
¿Y el origen de este ser extraordinario? Se dice que fue una abuela excesivamente permisiva con sus nietos. Al morir, San Pedro la castigó por tal mala educación. El castigo versó en convertirla en tres llamaradas de candileja, que en verdad una representa a la anciana y las otras dos a sus nietos. Eternamente tendrá que poner orden en aquellas situaciones que lo ameriten.
La Patasola
Este ser habitaba entre la maleza de la selva colombiana de antaño. Una criatura que corría con una rapidez asombrosa y era una de las más temidas por colonos, mineros, cazadores, vigilantes, agricultores y leñadores en el pasado. Para otros, además, era una mujer muy hermosa que llamaba a los hombres para enamorarlos. El mecanismo de seducción era sencillo: una vez atraído el muchacho, La Patasola con mirada lasciva se ocultaba en un lugar cerrado, potencialmente una cueva y cuando la distancia con el humano era corta se convertía en una mujer horripilante con ojos de fuego, una boca pletórica de colmillos y un pelo absolutamente despeinado que tapaba su feo rostro. Otro artilugio era hacerse pasar por una joven extraviada e inundada en su propio llanto. Entonces la víctima se acercaba a auxiliarla, lo cual en verdad era una perfecta emboscada para que el monstruo lo devorara por completo.
El duende
Este ser, cuenta la leyenda, tenía la ominosa costumbre, con su tamaño pequeño y sombrero gigante, de perseguir niños bellos, sobre todo si sus cabellos eran rubios. Una gran cantidad de emboscadas utilizaba: regalos de juguetes u otros objetos atractivos, con los cuales los pequeños tomaban confianza sin demora y acompañaban, luego, a la criatura a lo profundo de un bosque o selva. Los padres no iban a ver así nunca más a sus hijos.
Una buena manera de romper el interés de los duendes para con los niños era cortar el cabello de estos últimos; otra era rociarlos con agua bendita a modo de protección (evitaba que los pequeños se volvieran salvajes si habían estado en contacto con dichas criaturas fantásticas). Los duendes son variados y de distintos orígenes.
El Patatarro (Pata de tarro)
Este era un hombre siniestro y enorme, con el curioso rasgo de tener uno de sus pies metidos en una especie de tarro, una forma de esconder, para muchos, que su extremidad se hallaba podrida. Sin embargo, la leyenda nos cuenta que si este pie se descubría, mataba con su hedor cualquier tipo de cosecha. Asimismo, a medida que caminaba esta criatura dejaba un líquido blanco exudado por el mismo tarro, lo que era presagio de desgracias y desastres naturales. La entidad podía presentarse como femenina o masculina, además de que cuando terminaba de hacer sus fechorías se reía con carcajadas perversas.
El Mohán
Este era un ser horrible y corpulento, con una enorme cabellera que cubría casi todo su cuerpo. Un ser travieso, buscador de aventuras; pero también algo malvado. Y a las mujeres se le presentaba como una suerte de sátiro, lleno de engañifas, enamorado y sucio. Que esta criatura se dejara ver era indicio de enormes males como inundaciones, pestes, terremotos, entre otras catástrofes. Asimismo, se cuenta que este monstruo contaba con un palacio en las profundidades de la tierra, lleno de oro y de otras piedras preciosas. Otras historias tratan sobre una versión femenina, no malévola; pero que sí secuestraba a hombres hermosos para llevarlos a sus aposentos oscuros y profundos.
La Tarasca
En la zona de Tolima y Antioquia existía en los bosques y cavernas un ser horripilante. La Tarasca gustaba de asustar a los niños que comen mucho, los que sufrían del pecado de la gula y debido a su fealdad los hacía desmayar, incluso morir. El aspecto de la criatura era el de una especie de reptil de boca ancha y dientes filosos. La cabeza oscilaba entre animales tan disímiles como tortugas, leones o hasta un pez (la que se denomina Tarasca nativa podía semejarse a la cabeza de una mujer).
Los túneles de Bogotá
La leyenda nos dice que Bogotá posee una red de túneles subterráneos y que tienen un misterioso secreto. En verdad son pasajes en el interior de la tierra que para muchos comunican la residencia oficial del presidente de Colombia con la estación de ferrocarril La Sabana. Para otros fueron edificados por jesuitas y llevan desde el colegio Mayor de San Bartolomé hasta el Palacio de Justicia y el mismo Congreso. Los aventurados afirman además que en algún tiempo fungieron como vía de escape para personajes de gran influencia como clérigos, funcionarios públicos y hasta presidentes del país.
El burro parlanchín
Este burro no tiene ninguna forma estrambótica o teratológica que asombre; pero sí una cualidad, según la leyenda, deslumbrante: puede hablar. Se dice que lo lleva adelante haciendo una suerte de ecos a quienes sí escucha platicar. Los que lo conocen afirman que aparece en las faldas del cerro Montserrat, en casas enormes con espacios de prolíficos sembradíos y pastos, ocultándose para pasar desapercibido. Lo extraordinario es que las personas oyen repetir su conversación, pero lo único que encuentran a su alrededor es un burro pastando.
Las brujas de Burgama
Este era un viejo pueblo, hoy conocido como San Juan Crisóstomo, que tenía la presencia de mujeres hechiceras. María Antonia Mandona, María Pérez, María de Mora, María del Carmen y Leonelda Hernández fueron acusadas de brujería y sometidas a un proceso inquisitorial en el siglo XVII. Eran conocidas como las brujas de Burgama y vivían en un monte cerca de un pueblo, donde se dedicaban a curar enfermos y atender a enamorados. Lastimosamente, se les endilgaba el cargo de haber contraído un pacto con el diablo y de querer convertir a todo el pueblo en una gran laguna, donde el párroco sería un caimán y cada uno de los habitantes repugnantes sapos. Fueron llevadas a prisión y condenadas a la hoguera. Solo una, Leonela, logró escapar con ayuda de los pobladores originarios. Estos no solo liberaron a la acusada, sino que dieron muerte a los soldados y al capitán que había ordenado la condena. Desde entonces, el sitio se conoce como el Cerro de La Horca.
El sombrerón
Esta leyenda posee sus versiones en México y otros países, por ejemplo, de centroamérica. Es un señor alto, corpulento, de rostro casi diabólico y que persigue a personas de vida azarosa o malos hábitos como adeptos a las drogas y al alcohol, quienes roban y también matan. En Colombia en verdad se viste de negro, con sombrero y cabello largo, un ser que deambulaba por las calles en vida y después de muerto sigue haciéndolo, en parajes solitarios o aceras iluminadas por la luna llena. Una suerte de jinete negro del más allá.
El venado llamingo
Se cree que esta criatura es una manifestación del mismo demonio. En el páramo los Chiles, Colombia, un grupo de hombres salió muy temprano de cacería: estaban bien equipados de armas y con perros para la caza. A diferencia de otras ocasiones, luego de unas buenas horas no habían podido matar ni una perdiz o liebre. Sin embargo, parecía que finalmente tendrían suerte: unos metros por debajo de una meseta donde estaban observaron a un venado portentoso, con una gran cornamenta, pero lanudo como una llama.
Le dispararon a la curiosa criatura desde lejos y lo lograron tumbar. Aunque la distancia no hizo a los tiros efectivos y el animal seguía pataleando en el suelo. Uno de los cazadores buscó un mejor ángulo y descargó todo su cartucho. Para sorpresa de todos, el venado seguía vivo. Otro de los hombres lanzó una ráfaga de tiros y el resultado era el mismo. Hasta que el más viejo de los individuos advirtió, gritando, que en verdad era el diablo. En ese instante el monstruo se puso de pie y se dirigió a la cañada, perdiéndose en la vegetación. El cielo oscureció y de improviso el páramo en donde se hallaban se vio sometido a un gran aguacero. Los muchachos, por su parte, se fueron del lugar y nunca más cazaron. No se sabe si fue por miedo a otra manifestación diabólica o porque comprendieron que era un espíritu protector del bosque.
La muelona
Es una entidad espectral con grandes ojos, cabello largo, rostro cadavérico y una enorme dentadura. Se dice que proviene de una mujer llamada La Maga, quien se dedicaba a adivinar el futuro, liberar mujeres y castigar hombres. Al morir, pobladores cercanos dijeron que la oyeron decir en sus últimos momentos que obtendría venganza siempre de aquellos hombres infieles, borrachos y viciosos de todo tipo.
Para muchos este espíritu se aparece al lado de los senderos cuando cae la tarde. En un principio, como en muchas otras leyendas, el ser se muestra como una mujer seductora y bonita, por lo cual logra acercar a los hombres; luego se transforma en una criatura horripilante con gran dentadura, que muchas veces incluso termina triturando a las víctimas masculinas.
La mula herrada
Los habitantes de Bogotá juran que después de la medianoche suelen escuchar el galopar de una mula. Va sola y ensillada, recorriendo la ciudad. En el pasado a un tal Don Álvaro le encantaba montar a su mula, cambiando constantemente de rumbo; pero culminando por lo general en una casa de juego, donde comía y bebía hasta altas horas de la noche. Un día, mientras el hombre hacía sus típicos juegos nocturnos, un sirviente acompañó a la mula hasta el río para beber agua, pero esta se escapó inmediatamente para ir al lugar donde estaba su amo. Sorprendido, Don Álvaro le pidió a su amado compañero animal que lo recogiera todas las noches y así ocurrió. Al morir aquel, la mula pasó el resto de sus horas buscando a su amado dueño. Dicen, sin embargo, que el espectro de la criatura sigue haciendo este recorrido lleno de fidelidad hasta el día de hoy.
La madre monte
La madre monte o, en otros relatos, madre montaña es una mujer robusta y elegante, vestida de musgo, hojas y con un sombrero verde que oculta su rostro. Vive en la densa jungla y cuando se baña en los ríos llega a causar inundaciones y fuertes tormentas. Asimismo, esta criatura de la naturaleza acecha a quienes roban las tierras de otras personas y arroja plagas a los propietarios del ganado que usurpan campos o ignoran límites. También es un ser al que le disgustan esposos infieles, vagabundos, traviesos de toda laya y los castiga colocando insuperables obstáculos cuando estos se hallan en sitios con abundante vegetación.
La bola de fuego
Este es otro tenebroso mito colombiano, muy presente en los llanos. Consiste en una bola de fuego de dos metros, que rueda rápidamente por el paisaje de las noches oscuras y que contiene, supuestamente, el espíritu de una loca maldita. Es que en el pasado, una esposa hermosa, aunque de mal genio, se enfureció al escuchar que su marido le pedía una comida no solo para él, sino también para 60 vaqueros. Como añadido, su amado no la ayudó ni siquiera a cortar leña y su niño comenzó a llorar, lo cual convirtió a la mujer en una auténtica irracional para que culminara cortándole la cabeza a su pobre hijo inocente. Inmediatamente la mujer se volvió loca, fue maldecida a convertirse en una bola en llamas y con un corazón miserable recorre las llanuras buscando a su hijo Juan y acechando a caminantes solitarios.
La tunda
Se dice que este mito colombiano cuenta con una fuerte raigambre africana. Básicamente versa de una mujer huraña y fea, con una pierna de madera, un molinillo y otros utensilios comunes de Colombia. La misma vive en el interior de la jungla, con una capacidad virtuosa para modificar su forma y aparecer como alguien que se conoce, un padre u otro ser querido, así la víctima es atraída a sus aposentos.
El hombre delfín
El majestuoso delfín rosado de las amazonas colombianas no es simplemente un bonito dato de la naturaleza, sino que también funge como protagonista en mitos de extracción originaria. Uno de los relatos confirma que era un dios fuerte y hermoso, condenado a convertirse en un delfín rosado por otras deidades, que estaban celosas de su apariencia.
Sin embargo, pese a la maldición, tiene la habilidad de convertirse en hombre cuando sale de la tierra, con un sombrero de paja que cubre su rostro animal. Se dice que es cariñoso y ninguna mujer se resiste a sus encantos. Ellas son elegidas por el otrora dios, bailan con él toda la noche y luego van a dar un romántico paseo por el río. Al otro día, sin embargo, la mujer no recuerda nada, para darse cuenta al poco tiempo de la cita que se encuentra preñada.
El ánima sola
La leyenda cuenta de un alma en pena que se encuentra pagando sus culpas en el purgatorio. Sin embargo, el relato no solo versa de una sola, sino que recalca que en la medianoche o en la madrugada se puede escuchar el murmullo de muchas personas, como si estuvieran en procesión. El mismo puede ser acompañado de luces, que son en verdad las ánimas andando. Una creencia dice que estos espíritus pueden ayudar a encontrar tesoros y objetos de valor que han sido enterrados.