Saltar al contenido

Leyenda de El Cadejo

Al ser humano le encanta construir historias diversas, muchas de las cuales pueden poner los pelos de punta por el temor que ocasionan y también sus interesantes relatos. A continuación, en sintonía, presentamos la magnífica y fascinante leyenda de El Cadejo en todas sus versiones. 

La Leyenda de El Cadejo en Guatemala

¿Se imaginan un perro fantasmagórico de gran tamaño? ¿De aspecto temible y ojos fulgurantes? Sí, las historias autóctonas de muchos países de centroamérica, entre ellos Guatemala, nos mencionan a semejante figura canina de color negro, pero también a veces a dos, es decir, una negra con intenciones malignas y otra blanca de naturaleza benigna. ¿Y qué hace el Cadejo? Por lo general, es un animal de compañía, que protege a la persona, sobre todo a los borrachos, viajeros y errabundos de cualquier clase, pero también a terceros si precisamente esas personas tienen malas intenciones. En definitiva, un Cadejo es una suerte de versión pagana de lo que podría decirse o llamarse como un ángel guardián, que en vez de antropomórfico es perruno y que su desaparición siempre es producto de la muerte de aquella persona a quien protege (otras creencias, originales de américa, podrán hablar también de un protector de los caminos o en el mundo azteca del mítico nahual).

Naturalmente, la versión maligna tiene intenciones totalmente opuestas al benevolente, lo cual nos deja ante la presencia de una leyenda con infinitas variables, con un aspecto local y cristiano (una suerte de sincretismo) en donde el mal se enfrenta al bien y que, como es lógico, el último suele vencer al primero (no siempre).

En Guatemala, específicamente, el Cadejo adquiere la forma del perro negro, con aspecto diabólico y ojos rojos llenos de fuego. Pero, dato curioso, a pesar de su aspecto fantasmagórico o diabólico, en verdad este animal quimérico ayuda a las personas ebrias para que encuentren el camino de regreso a sus casas o se vean protegidas, evitando que otros los dañen ante semejante situación de desamparo. Otras versiones, sin embargo, nos muestra distintas clases de caninos espectrales: el blanco protege a las mujeres ebrias (de hecho, puede pelearse con los negros), el negro a los hombres en semejante estado y el gris a los niños enfermos y abandonados.

El Cadejo versiones de otros países

En El Salvador

El Cadejo de El Salvador eclosiona a partir de una historia: Dios y Satanás compitiendo. El primero, viendo que el mal proliferaba por los pueblos, creó un Cadejo blanco, que servía no solo para poner límites al ser humano, sino también para protegerlo. Satanás, celoso ante la decisión de Dios, creó un Cadejo negro, que justamente genera pavor y temor a las personas. Por lo tanto, hay dos perros espectrales: el blanco es benigno y cuida como un espíritu guardián a la persona; el segundo es diabólico y furibundo, atacando al individuo que lo perturbe. Si ambos cadejos se cruzan, es muy probable que comiencen una batalla encarnizada.

En Honduras

En Honduras la idea del Cadejo tiene gran raigambre a partir de diferentes historias. En este país se sigue cumpliendo la dicotomía clara entre uno negro y uno blanco, creados por Satanás y Dios respectivamente. El primero, personificación del mal, persigue a los caminantes que vuelven de fiestas, cantinas o juegos de azar; cuenta con un color negro intenso, ojos furiosos de fuego, aspecto espectral en donde se observan cadenas y un tamaño que frente al miedo de la víctima puede crecer de manera enorme (algunas personas hablan de simplemente una encarnación del demonio). El segundo, en cambio, da cuenta del bien o la bondad, porque protege a los caminantes no solo de la versión oscura, sino también para que lleguen a destino seguro. En definitiva, uno asusta, atemoriza y hasta ataca; el otro protege, asegura y es tan claro como una nube del cielo.

Nicaragua

En Nicaragua la esencia de la historia sigue siendo la misma, pero en verdad se añaden rasgos a estos dos tipos, bien opuestos, de perros fantasmagóricos. Si aparece el perro negro, el blanco suele salir en defensa de la víctima, siempre y cuando esta sea buena ya que de lo contrario su destino es la muerte como un ser desamparado. Para darse cuenta de la presencia de un Cadejo negro, es importante escuchar las garras del animal afilándose contra el suelo, sonido que si se escucha cerca está lejos y si se escucha lejos está cerca (extraña espacialidad, sin lugar a dudas, pero presente en otros mitos americanos). El Cadejo blanco emerge bien entrada la noche con una función de protección de los caminantes, que salen de casas de familiares o alguna licorería, sobre todo luchando para que su versión negra maligna no haga de las suyas, ya que este último es un enemigo de los trasnochadores. Un dato importante que aporta esta nación es que al Cadejo nunca hay que agredirlo, porque puede atacar y herir mortalmente a la persona. La herida mortal, en verdad, no es material, sino una suerte de golpe que conlleva fiebre, enfermedad y posteriormente muerte en el individuo.

Belice

Belice muestra una versión muy distinta en gran medida. Es que ya no tenemos obras de Dios y Satanás frente a la humanidad, sino una historia curiosa. Hace mucho tiempo había un hombre desobediente, libertino, mujeriego, disoluto y que no le gustaba trabajar. Su padre, repetidas veces, intentaba hacerlo entrar en razón, teniendo un efecto débil semejantes correcciones, ya que el muchacho volvía a su vida de holganza en seguida. Por lo tanto, en un rapto de furia, el padre lo maldice (en algunas versiones lo maltrata antes) y lo condena a cuidar a beodos como él. Ante semejante realidad, el joven se convirtió en una bestia negra y de ojos de fuego. La madre, quien había observado la escena, con un asombro y un terror enorme rocía en el otrora su hijo agua bendita, lo que permite extirpar del cuerpo monstruoso un alma buena, la cual sería una bestia blanca, de ojos celestes y con un propósito de protección de aquellas personas que serían amenazadas por el primero. De una forma distinta, advienen los dos Cadejos.  El negro pone en riesgo a los borrachos, los asesina pero también, a su forma, los cuida; el blanco protege a todas las personas, sobre todo ante las intenciones de la bestia negra de llevarse su alma. Para complicar las cosas, algunas historias remarcan que el Cadejo blanco es el malo, utilizando su apariencia benigna como señuelo; mientras que el oscuro es benevolente y guarda tanto a los borrachos como a vagabundos.

Panamá

En dicho país, sobre todo en la región norte, prolifera la idea de un solo Cadejo, que es el perro negro, con ojos de fuego y aroma de azufre, que con semejantes descripciones, simplemente se puede decir que es una de las tantas formas del Diablo o de una suerte de alma semejante a una Parca. Emerge en la medianoche y sale al encuentro de manera preferencial de aquellas personas mujeriegas o que vuelven beodos de sitios de fiestas o cantinas. Los ataques que realiza son variados: absolutamente físicos como devorar a la víctima; pero más metafísicos como llevarse su alma y arrastrarlo, al extremo, directamente al Infierno. El dato paradojal es que no todo el mundo lo considera un ser maligno y en algunos sitios, sin aparecer un Cadejo blanco, se le puede endilgar aspectos positivos de protección.

México.

Chiapas, Veracruz, Oaxaca y Baja California son lugares propicios para la historia de El Cadejo, en tanto perro espectral grande, de ojos fulgurantes, cadenas en todo su ser e incluso siendo presentado como más de uno. Se dice que aparece por las noches y que suele ser delatado por los mismos perros, que lloran ante su presencia (el animal espectral puede comerlos a ellos y a sus crías). En estas historias se recalca que la única forma para evitar la malignidad del canino fantasmagórico e incluso hacer amistad se basa en caminar con los pies juntos (algo sumamente difícil, claro) y escupirse la mano para que el Cadejo la lama; otras formas de protección es ponerse la ropa al revés o con un cinturón embebido de orín darle latigazos. En México no se desestima la historia del origen de El Cadejo en cuanto un otrora ser humano libertino sentenciado por el padre a volverse en un alma en pena o también maldecido paternalmente a proteger eternamente a los borrachos, sobre todo cuando el individuo, beodo y luego de una juerga, intentó asustar en alguna noche a su progenitor.

Sin embargo, México cuenta con historias aún más propias en este sentido. Hay cadejos-brujos, que en verdad son Nahuales, no tanto como personificaciones de la naturaleza, sino como brujos que pueden obtener a determinada hora de la noche la forma de un cadejo para realizar fechorías como robar, asechar mujeres, destruir cosas o aguardar en plena noche, en sitios poco transitados, que una persona los surque y quede absolutamente poseído por el terror ante la figura de semejante perro.

Costa Rica

Aquí el Cadejo tiene una apariencia aterradora, pero menos imponente, ya que es como un lobo flaco, lanudo, con dos ojos intensos, cola larga y ancha, uñas afiladas que resuenan en el suelo (algunos hablan hasta de patas de cabra) y que arrastra gruesas cadenas. En verdad no es de carácter sanguinario, no ataca a ningún hombre y en cierta manera cumple con su maleficio al acompañar a la persona, usualmente hombres borrachos y excesivamente festivos, hasta su casa o esperándolo en su cuarto con un mudo reproche. No hay ataque ni arma que pueda hacerle algo, pero también hay que anunciar que en esa indecibilidad por momentos de su ser (al no saber si es bueno o malo), también se lo puede invocar para calmar a los niños que llorar en la noche.

¿El origen de semejante bestia espectral? Es variado: se puede referir a un tal Joaquín que también por ser libertino y beodo fue reprendido por su padre y se vio transformado en semejante cadejo; también un sacerdote castigado por Dios debido a modificar su culto y transformado en cadejo para ser un prolongado aliado del hombre o un hijo que, por tratar de regañar a su padre ante las continuas borracheras y habiéndole dado un buen susto en las andanzas nocturnas aquel último lo maldijo a estar echado en cuatro patas por los siglos de los siglos.

Colombia

Colombia cuenta con sus historias de cadejos, pero son variadas: blanco o negro, maligno o benigno, tanto protector de los trasnochadores como furibundo atacante, intentando que de algún modo las personas borrachas y libertinas cambien su forma de ser. Lo importante, en este caso, es que siempre es una la bestia. Devoran perros, también atacan a personas que simplemente se portan mal y su origen cae, al igual que en otros países ya mencionados, en la transformación de un joven libertino por parte de su progenitor.

Argentina

En este país se lo suele denominar el Familiar y al igual que en otros relatos es más que nada una bestia negra, de ojos color fuego y cadenas por doquier; es decir, una personificación del diablo. Estamos en un contexto norteño de Argentina, lo cual hace que el origen de la historia sea que en una empresa de azúcar, en pleno siglo XIX, se haya pactado con el diablo para que el negocio crezca, obtener así dinero y erradicar cualquier empleado díscolo. Para los últimos se encontraba el llamado Familiar, bestia que devoraba al trabajador rebelde. Sin embargo, cuando murió el dueño de la oscura compañía, ese espíritu quedó libre, se escapó del sitio y terminó vagando errante en la zona a la búsqueda de flamantes víctimas. Habita en los maizales, una vez que devora a una persona no se detendrá hasta terminar con toda la familia (de ahí el nombre del espectro), en ocasiones es más de uno; pero con la salvedad que se puede hacer un pacto con el cadejo argentino.